
Son una presencia constante en la arquitectura portuguesa. Ningún otro
país reviste tantos exteriores de casas, iglesias, palacios, etc. Son de
origen musulmán, y empezaron a producirse en Portugal a finales del
siglo XV. Su apogeo se remonta al siglo XVIII, con el azulejo azul y
blanco.
En el Museo Nacional del Azulejo de Lisboa se ilustra su
historia, aunque basta viajar en tren por el país, visitar sus ciudades o
utilizar el metro de la capital para poder apreciar hermosos ejemplos
de este arte decorativo tan característico de Portugal.